martes, 30 de octubre de 2007

Once upon a time...

Marí tenía 10 años aproximadamente, vivía en un pequeño pueblo de una ciudad muy hermosa, su casa, a pesar de tener el suficiente espacio para una familia numerosa, solo la habiataban ella y su madre, pues su padre habia muerto cuando ella apenas tenia 3 años, de él solo le quedo un borroso recuerdo y una caja musical que solía escuchar cuando se sentía sola.
Un riguroso invierno había azotado su pueblo, Marí padecía de una grave enfermedad que si no era tratada con cuidado podria ser mortal, esta enfermedad la obligaba a pasar el invierno en casa arropada en una cama, la mamá de Marí no soportaba ver como su hija pasaba la vida resguardandose del exterior con cuatro paredes, deseando estar sana como los demas niños y salir a jugar en la nieve, así que optó por mover la cama de su pequeña hija, hasta donde ella pudiera ver el edificio de enfrente, la gente que camina de prisa para llegar a donde tienen que ir y a los niños jugando.
Marí pasaba el día entero observando el edificio de enfrente, ahí vivía un pintor. La madre se dió cuenta como disfrutaba su hija observando pintar al joven, así que decidio ir a donde él y pedirle que visitara algún día a su hija, le contó de su enfermedad, le dijo que Marí tiene que sobrevivir los cuatro interminables meses de invierno, lucha contra su enfermedad y el invierno, cada día es un regalo para ella, y para mi -dijo la madre-, conmovido el pintor acepto la petición de la señora. Unos días después el jovén pintor fué a visitar a Marí y le llevó de regalo algunos lienzos, lápices, pinceles y acuarelas a Marí le brillaron los ojos con su regalo y ese dia pasaron horas y horas platicando.
El pintor le dijo -mira, ves esa enredadera del edificio donde vivo?, puedes contar sus hojas, y sabes? esas hojas que aún le quedan son las más fuertes, pues nisiquiera el viento logró tumbarlas, yo te aseguro, que al igual que esas hojitas, tu también sobreviviras este invierno.
Marí deposito toda su fé en esa enredadera y sus hojas, cada noche le rezaba a su dios y le pedia a las hojas que no se desprendieran que soportaran una noche más, pues la vida de ella misma dependia de ello.
Una noche un feroz viento golpeó el pueblo, la vida de Marí pendía de un hilo o un milagro, pero ella no dejaba de pedirle a las hojitas que no se desprendieran, al final de la tormenta solo quedo una sola hoja en la enredadera, pero afortunadamente la primavera ya habia llegado, la enredadera sobrevivió al pesado invierno, al igual que Marí.
Su amigo el pintor habia salido de viaje, pero le dejó dicho a Marí que una vez terminado el invierno fuera a su casa, pues queria regalarle instrumentos nuevos para pintar, y asi lo hizo; la niña entró al departamento del pintor y quiso ver el panorama de su pueblo desde la ventana de su amigo, por inercia volteó a ver la enredadera, pues quería ver a la valiente hojita que sobrevivio el invierno, ésta hoja curiosamente estaba justo debajo del marco de la ventana y se dio cuenta que era una hoja pintada sobre la pared...una hoja que jamás se caería, al igual que ella.